EN EL THEODORO HERTZL SE RESPIRA JUDAÍSMO
En La diáspora también lloran por Israel.
El día antes de viajar de regreso de Medellín a Israel, había una conferencia sobre la
situación después del 7 de octubre, en la Unión Israelita de Beneficencia, el nombre que
lleva la comunidad hebrea de Medellín, esa comunidad sui generis que me vio nacer. A mi hermano lo
invitaron a participar con un aporte desde el punto de vista de un colombiano que reside hace muchos años
en Israel.
Su aporte fue un interesante complemento a la charla dictada por un comunitario que
estudió en Israel y que viajó hace un par de meses como voluntario a apoyar al país durante
la guerra, y por la rectora del colegio Teodoro Hertzl, del cual soy una orgullosa ex alumna, Nidia
Londoño, quien fue invitada a visitar Israel. Hizo parte de la delegación de los colegios hebreos
latinoamericanos, para que observaran de cerca la situación y pudieran implementar cambios que se
adecúen a la educación de los niños, en estos momentos difíciles que vive nuestro
querido país.
Muy interesante fue ver la posición y el amor que hay en la diáspora
hacia Israel. Tanto los expositores, como los asistentes a la conferencia, reflejan un gran compromiso y lazos muy
fuertes con Israel.
Cuando digo que el colegio es sui generis es porque tiene características muy
especiales. Es un colegio judío, con mayoría de alumnos no judíos, pero son familias que aman
a nuestro pueblo y tienen la confianza de que sus hijos reciban un tipo de educación basado en valores y
principios del judaísmo. Está catalogado como uno de los mejores colegios de Medellín por su
nivel académico y además el colegio sostiene a la comunidad. No hay cupos hasta el 2026. La
recomendación es que cuando una pareja decida formar una familia, se inscriba y así tal vez cuando
tengan hijos, puedan estudiar como yo en el Theodoro.
Nos contó Nidia que los jaialim (soldados) le
cantaron iom juledet (feliz cumpleaños) en una de las bases militares que visitó.
Samuel
expresó el horror por esta dura comparación con el HOLOCAUSTO y su solidaridad total con Israel,
donde recogió frutas, empacó productos en supermercados y se dio largos abrazos con los
sobrevivientes de esta tragedia que partió la vida de Israel en dos.
Antes de terminar la charla, la
rectora invitó a hablar a un joven estudiante que se identificó como el personero del colegio.
Simón, un muchacho maduro y emprendedor fue el vocero de la comunidad estudiantil, en estos momentos de
angustia que se vivieron en la diáspora, a raíz de lo sucedido el 7 de octubre. Fue el encargado de
transmitir tranquilidad a esos padres temerosos de que sus hijos asistieran al colegio portando el uniforme
escolar y que pudieran ser identificados como alumnos del colegio hebreo, o llevando colgado de su cuello un
maguen david.
Les transmitió un mensaje muy aceptado por todos, de que no había que tener
temor, sino todo lo contrario, seguir siendo orgullosos de su judaísmo o de su amistad con los
judíos, para los que profesan una religión diferente. Fue muy lindo ver como en la diáspora
hay un apoyo muy grande y un gran sentido de identidad por el estado de Israel. Sin diáspora no hay Israel
y sin Israel no hay diáspora.
Como se imaginarán cuando me subí al avión de
regreso tenía sentimientos encontrados. Mientras los demás pasajeros organizaban su equipaje de mano
para acomodarse en sus sillas, yo ya estaba sentada y ya me habían saludado los encargados del vuelo con el
tradicional shalom, brujim abaim (hola, bienvenidos) y yo sentada en mi silla, a punto de abrocharme el
cinturón y me sentí llorando. Despidiendo ese pasado que me acompañó hasta ahora,
cerrando un ciclo de vida y emprendiendo el viaje de regreso a este país que hace un poco más de un
año nos vio llegar. Lloré por la despedida de mi familia, por dejar a mis padres enterrados en
Colombia, mi país de origen y por el sentimiento patrio que me produce volver a Israel. Por viajar en El
Al, la aerolínea israelí donde se siente uno como en casa.
Marlene Manevich
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