Algunos lo llaman Avodat Kodesh, (trabajo sagrado), para la gente de Latinoamérica que no está familiarizada con Israel les cuesta entender. Ejército, soldado, la guerra, son casi cómo malas palabras para quienes no tienen esta conexión con la tierra de Israel.

Mientras que para nosotros, son nuestro orgullo, los Jaialim, los soldados, son nuestros jóvenes, nuestro futuro cómo nación, cómo país y cómo pueblo. 

Pero cuando ellos llegan a casa y se sacan el uniforme son simplemente, hijos, nietos, hermanos, amigos…

Me toca trabajar con soldados en vínculo constante con el ejército y la guerra, me toca trabajar con soldados solitarios que no tienen familia en Israel y en vínculo constante con sus familias del exterior y en búsqueda de su confort durante el tiempo de servicio.

Hemos pasado cuatro meses de mucha intensidad donde nuestro trabajo con los soldados fue enérgico, significativo y emocionante.

Sus llegadas de regreso a casa fueron menos frecuentes, pero los vínculos más fortalecidos. Día tras día, poder intercambiar un mensaje de apoyo, de escucha de acompañamiento y contención. Los mensajes sin conexión por días o por semana, eran realmente de tensión y a su vez la llegada de respuestas devolvía tranquilidad a nuestras rutinas.

Cada regreso a casa hoy se celebra, en esta época de frío, abuelas de la zona de Ra’anana se han puesto a tejer gorros y no es solo cubrir la cabeza sino también calentar el corazón.

En otra ocasión un grupo de jóvenes Israelíes estudiantes de español se propuso mostrar agradecimiento a los soldados que dejaron todo en sus países de origen y llegaron acá para protegernos y cuidarnos, les hicieron llegar en forma personalizadas videos grabados por ellos mismos con una gran muestra de orgullo.

También sentimos la necesidad de llevar tranquilidad a sus familias que los siguen desde el exterior con preocupación y lógica angustia, creamos el proyecto “Or LaOrim” (una luz para las familias) conectando decenas de familias de soldados sin acceso al idioma hebreo, con educadores judíos de América Latina, que se pusieron a disposición para hacer de traductores y acompañantes, para poder sobre llevar la catarata de información que se recibe cada semana desde los grupos de padres de las unidades del ejército.

A veces nos preguntamos que hicimos de bueno para merecer semejante beneficio de trabajar en algo que nos llena y nos motiva. Y la respuesta suele estar en la mirada de satisfacción de a quienes logramos ayudar. Esto es una cadena de optimismo y motivación-

Am Israel Jai !! 

Que pronto vuelvan todos los secuestrados a casa y también todos nuestros soldados con salud y con vida.

Luli Lerner es la Directora del Departamento de jóvenes de la OLEI