Iniciar este artículo no es tarea fácil. Primero, porque el tema de los secuestrados representa un un puñal en el corazón de nuestra sociedad, marcando demasiado tiempo sin la presencia de nuestros seres queridos. Además, es un asunto que conlleva un gran dolor y, lamentablemente, aún no se vislumbra una solución a este problema. Por otro lado, la entrevistada de este artículo, Ruty, hasta hace cuatro meses era conocida por mí "simplemente" como la suegra de una de mis mejores amigas, Dalia Cusnir. Con Dalia, he compartido innumerables momentos especiales y la aprecio profundamente. Hasta hace poco, Ruty también era la madre de Amos, el esposo de Dalia, un ser excepcional, de corazón grande y una alegría inagotable, a quien considero mi amigo. Podría dedicar un artículo entero a hablar sobre Dalia y Amos, pero, desafortunadamente, hace cuatro meses, Ruty pasó a ser también la madre de Yair y Eitán, dos de los muchos israelíes que continúan secuestrados en Gaza. Ellos son parte de los nuestros; cuando digo "los nuestros", me refiero a sionistas, personas buenas y alegres, aficionados al fútbol, argentinos, integrantes de la vasta comunidad de latinos que hicieron Aliá a Eretz Israel, convencidos de que este es su país.

Tuve, además, el placer de trabajar con Eitán (a quien cariñosamente llamamos Eitu) en la Agencia Judía, donde siempre se destacó por su sonrisa, su dedicación y su disposición a ayudar en todo lo posible. Recuerdo varias conversaciones que tuve con él durante el tiempo que trabajamos juntos, así como en mi visita a Perú, cuando fue enviado de Hanoar Hatzioní en Lima.

Es cierto que, incluso si no los conociera personalmente, sería nuestra obligación hablar sobre los secuestrados y levantar nuestra voz para mantener este tema en la conciencia de nuestra nación y de nuestros líderes. Sin embargo, el hecho de conocer personalmente a Eitán y a Yair, y ser amigo de su hermano y su cuñada, otorga a esta entrevista un valor muy especial para mí. Les presento a Ruty.

Manu: Cuéntanos un poco sobre tus orígenes.

Ruty: Nací en Argentina, específicamente en Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo, Chacarita. Mi apellido, Chmiel, proviene de Polonia; mi padre era polaco y mi madre nació en Argentina. Mi educación fue profundamente marcada por mi herencia: asistí a la escuela Sholem Aleijem y luego continué en el Rambam. Fui parte de la tnuá Habonim Dror en el schule, que ocupa un lugar especial en mi vida, no solo por ser una institución significativa, sino también porque uno de sus fundadores fue mi zeide (abuelo) por parte de mi madre, quien también emigró de Polonia. Desde mi infancia, he recibido una educación con fuertes raíces judías y sionistas.

Manu: ¿Cómo fue tu llegada a Israel?

Ruty: Mi esposo, Itzik, y yo nos casamos en 1976, y al año siguiente, en 1977, hicimos aliá impulsados por nuestro compromiso con el sionismo. Yo tenía veinte años en ese momento, habiendo nacido en 1956. Nuestro primer destino en Israel fue el kibutz Kfar Sold, ubicado en el norte del país. Sin embargo, no nos adaptamos del todo bien allí, por lo que después de unos meses, decidimos mudarnos a otro kibutz llamado Mishmar HaNegev, cerca de Beer Sheva. En este nuevo lugar me sentí realmente en casa; rápidamente encontré trabajo cuidando niños y me enviaron a realizar un curso para cuidadoras. No mucho después, ya estaba a cargo de un grupo de bebés. Desafortunadamente, tuve que dejar ese trabajo avanzado mi embarazo de Yair, quien nació en Israel el 30 de julio de 1978. A pesar de nuestra conexión con el país, en 1979 decidimos volver a Argentina.

Manu: ¿Porqué se volvieron?

Ruty: Yo me volví porque lo seguí a Itzik que se quería volver, yo me hubiese quedado. Llegamos a Argentina y cada uno que preguntaba yo le decía “No sé cuándo pero yo me vuelvo”, esa era mi idea ya desde ahí. No quería volver, pero bueno, tenía 22 años, con un nene chico y decidí volver a Argentina. Después nace Amos, el 27 de Setiembre de 1981 y el 23 de Setiembre de 1986 nació Eitán.

Manu ¿Qué hiciste en Argentina cuando volviste?

Ruthy: En principio, estuvimos viviendo en la capital, pero después Itzik trabajo un año en Mar del Plata y yo estaba ahí pero no trabajaba. Después estuvimos viviendo 2 años en La Plata, y allí yo ya trabajé, Estuvimos en el Max Nordeau de La Plata y yo fui morá de ivrit, también dirigía el centro juvenil de ellos. Fue una experiencia muy linda, trabajar en el Max Nordeau de La Plata que es gente con ideología totalmente distinta. Después volvimos a la capital, y yo más que nada me dediqué a ser ama de casa y trabajaba con mi papá, lo ayudaba un poco en la mueblería que tenía. En 1996, Itzik y yo nos separamos, y yo me quedé a cargo de mis hijos, se quedaron todos conmigo. 

Manu: ¿Cómo enfrentabas estar sola con tus 3 hijos?

Ruty: Como podía, no sé cómo hice, pero por mis hijos yo hacía todo, tuvieron todo, no les falto nada. En 1998 lo conocí a Bernardo y desde ahí estamos juntos.

Manu: ¿Cuando hicieron aliá?

Ruty: Bueno aliá hizo primero Yair vino en 1999, hizo aliá que fue al kibutz Netiv Halamed Hei que era el kibutz que los recibió, después Amos hizo aliá en el 2002, Eitán también vino en el 2002 con “Naalé”. Amos fue a Sde Boker, y mis padres vinieron en el 2002 y Bernardo y yo vinimos en el 2003. Estuvimos 2 años en el merkaz klitá en Raanana, hasta que en un momento decidimos venir para Kfar Saba. 

Manu: Yo recuerdo mis charlas con Dalia que trabajabas acá, hasta hace poco, cierto?

Ruty: Antes de hacer aliá, En Buenos Aires se había formado un grupo “Voluntarios en red” que pertenecía al Joint, que ayudaba a familias necesitadas de Argentina, principalmente judías, y yo coordinaba en forma voluntaria y ayudamos a un montón de familias.

Yo les insistía a muchas de las familias para que se vayan a Israel. Cuando vine acá, estaba en el Mercaz Klitá y primero empecé como voluntaria, porque vine con hebreo. Cuando dejé el ulpán busqué hacer algo y entonces fui a la secretaria del mercaz klitá a preguntar en que puedo ayudar, y empecé primero repartiendo el correo y poco a poco me fueron invitando a las reuniones del tzevet. Cuando venía gente, y había que hablar con ellos hablaba y les explicaba qué tenían que hacer. Así empecé, hasta que un día vino la coordinadora de la escuela Ziv, y me preguntó si quería trabajar, por lo que empecé a trabajar como madrija en un tzaaronit. Luego pasé por dos escuelas más hasta que llegaron mis hermosos nietos Gali y Ariel y en ese momento quise ayudar a Amos y Dalia. Nunca me dijeron absolutamente nada, fue algo mío; entonces busqué un trabajo a la mañana para poder estar libre a la tarde con mis nietos. Y entonces pase al Merkaz Iom Lakashis, de chicos pase a gente grande, trabajé acá en Kfar Saba, y trabajé ahí 2 años. El último tiempo me era muy difícil porque yo estaba con la gente que tenía problemas de demencia. Y bueno, ese fue mi último trabajo porque una vez que mi mama falleció (en el 2018), necesité descansar un poco y después esperé, y empezó el Corona y la verdad, antes de que empiece todo esto me pasaba por la cabeza ver qué puedo hacer, y bueno…. pasó esto y ahíme quedé.

Manu: Sobre la niñez de tus hijos, ¿qué me podés decir?, ¿cómo eran de niños?, ¿qué les gustaba hacer?

Ruty: Eran chicos alegres, siempre los 3 juntos, por ejemplo en la casa que vivíamos en Buenos Aires, había un cuartito que lo usábamos como pieza de juegos, y en un momento dado que Yair empezó a crecer un poco yo le ofrecí (porque los 3 dormían en la misma pieza) pasar a la piecita esa, que yo le armé para que tenga su propia pieza, y Él me dijo “No, de ninguna manera, yo no quiero, yo quiero seguir en la pieza con mis hermanos”. A tal punto que cuando ya eran grandes y Yair hizo aliá y ya tenía 18 años, ellos seguían durmiendo los tres juntos, siempre juntos los 3 para todo. Estudiaron en el mismo Beit Sefer, fueron a la misma tnuá, “Nofesh”, y yo todo el tiempo digo que para mí es un orgullo ver a mis hijos tan unidos, sentir que son tan unidos, sentir que están uno por el otro; y también digo ahora que para mí es muy difícil este momento pero supongo que para Amos es mucho más, aunque él dice que yo no tengo que competir con él, Yo esty segyra que para Amos es muy difícil este momento

Manu: ¿Te acordás de algún lindo momento en particular juntos?

Ruty: Mis padres tenían un departamento en Miramar y estábamos mucho allá y era el estar juntos y que siempre haya amigos de los chicos. Por ejemplo en mi casa en Buenos Aires era estar juntos y yo siempre tenía en casa lo que les gustaba a mi hijos y a los amigos de ellos, entonces los chicos ya venían y sabían dónde tenían que abrir y buscar y encontrar lo que ellos querían y para mí era la mayor satisfacción estar así, yo les daba todo lo que podía para que ellos estén bien, estén juntos, estén unidos y parece que me salió bien.

Manu: ¿Te acordas alguna anécdota con Yair o con Eitu, de esas cosas que pasan de niño, de adolescente?

Ruty: Con Eitu, por ejemplo, cuando empezó primer grado, se presenta la maestra y se presenta alguien que dice ser la psicóloga que va a estar en la escuela y le dice a los chicos que cualquier cosa que ustedes necesiten pueden acercarse a mi y pedirme. Eitán levantó la mano, y por eso después me citan a mí a la escuela. Es por esto que le preguntó a Eitan: “Eitan, me están llamando de la escuela, me mandan a hablar con la psicóloga, qué pasó?” y él me dice “No paso nada, me dio lástima que nadie levantó la mano entonces yo la levanté”. 

De Yair, siempre el mejor alumno y los amigos siempre lo consideran como “El gran Yair” “El ídolo”: una vez no sé por qué se puso a llorar y los amigos no lo podían creer que por primera vez lo veían llorar, ya era en séptimo grado. El tema fue que tenían un microondas y Yair puso a calentar pan, no se bien como lo puso, se quemó, hizo toda una explosión y no le creían que fue él. Él decía “lo hice yo, ¡lo puse yo el pan” y en la escuela no le creían! En esas cosas, el más travieso era Amos, pero chicos buenos, siempre con muchos amigos y siempre ayudando y siempre preocupándose por el prójimo. 

Manu: Especialmente con Yair que es el primero, pero en general, qué sentiste cuando tus hijos te dijeron que iban a hacer aliá?

Ruty: La mayor alegría del mundo, si eso era lo que yo estaba esperando y eso era lo que yo quería también. Cuando me dijeron, en seguida estuve con ellos, mi hermano Néstor que está en Argentina y como te conté antes Amos, Eitán y mis padres se vinieron para acá en el 2002, cada vez que me acompañaba a Aeroparque para despedir a alguno de ellos, me decía “Yo no sé cómo vos seguís tan fuerte, como podés”, y yo decía “Pero escuchame, yo sé que dentro de poco los voy a volver a ver, y a parte es lo que yo también quiero hacer y estoy feliz que ellos lo hacen” así que al contrario, mi apoyo lo tuvieron siempre.

Manu: ¿Te acordás de momentos así en tu casa en donde tratabas de transmitir valores sionistas, Israel, El Hatikva?

Ruty: Eso estaba siempre presente, que íbamos a los actos, en las distintas cosas que hacíamos. No era algo que había que marcar, así vivíamos.

Manu: En este último tiempo, ¿cómo era la relación con ellos?, ¿cómo es la relación con ellos?

Ruthy: La relación es una relación buena, hay mucho amor entre nosotros, por ahí no nos vemos tanto, pero estamos uno para el otro. Ellos saben que yo estoy para lo que necesiten como fue siempre. Otra vez, Amos, -Eitán y Yair se encontraban mucho más que conmigo.

Manu: Jaguim, ¿Se encontraban?

Ruthy: En Jaguim a veces si y a veces no, justamente esta vuelta en Rosh Hashana Yair decidió quedarse en el kibutz porque quería trabajar para tener un poco más de plata.

Manu: ¿De qué trabajaba Yair en el Kibutz?

Ruthy: El último tiempo estaba trabajando en construcción, en shiputzim (remodelacioón) dentro del kibutz.

Manu: Contame que Kibutz..

Ruthy: Yair en el 2014, unos días antes de Tzuk Eitán, fue a vivr a Nir Oz.

Manu: ¿Y Eitu donde estaba viviendo?

Ruthy: Eitu vive conmigo acá, no tenía trabajo, había dejado de trabajar en Majanot Haolim y estaba buscando trabajo y estaba firmando desempleo. Él iba a firmar los jueves, y el jueves ese anterior a… no tenía que ir a firmar por el jag y entonces desde el miércoles se fue a la casa de Yair. Programó ir de miércoles a domingo, Él se iba mucho a la casa de Yair, estaba mucho con él.

Manu: Cómo viviste ese shabat?

Ruty: Al principio, yo no sabía nada de lo que estaba pasando, en el momento que fue la primera alarma, ni bien pude le escribí. Vi que Eitu había estado conectado en el WhatsApp hasta las 5:50 hs. Y entonces le escribí a Yair y le pregunté “Están en el mamad”, me contesta “Si”, le pregunté “cerraste la puerta”, me dijo “cerré la puerta”.

Manu: ¿Eso fue 6:30hs.?

Si, hasta las 7:30 hs. que lo último que le escribí fue “pero por suerte ahora no estás solo”, porque hasta ahora siempre en las alarmas estaba solo y ahora estaba con Eitu. Después le escribí algo más pero no me contestó, y después otra cosa que le escribí ya vi que por el WhatsApp no pasó, y mi idea era que se cortó la luz, que no hay internet y que no pueden contestar, no sabía otra cosa. Y después recién a eso de las 16:00 hs – 17:00 hs. que la Tzavá llego a Nir Oz, y empezaron a revisar casa por casa y ahí Filco, un gran amigo de Yair le avisó a Amos que la casa estaba bien, no se ve violencia, no se ve sangre, no se ve nada, pero ellos no están en la casa.

Manu: Y Filco, ¿qué pasó?

Ruty: Él por suerte está ahora en Eilat con la familia.

Manu: ¿Cómo se salvó?

Ruty: Se ve que entraron a la casa pero no al mamad, escuchó todo, están todos muy mal por supuesto después de lo que pasaron.

Manu: ¿Cómo los declararon y cuando cambiaron de status?

Muy pronto hice la denuncia y al otro día yo estaba acá sentada y me llamaron de la comisaría, me sobresalte, pero lo que querían era saber si hay un padre o un hermano para hacerle el ADN. Entonces lo llamé enseguida a Amos y Amos fue a la comisaría, y al principio era estar solos y no saber qué es lo que pasa. Estaban declarados desaparecidos.

En un momento, apareció gente que me empezó a ayudar, entonces hay un contacto del ejército que está siempre conmigo, hay una asistente social de la municipalidad. El contacto de la Tzavá, Azaria, en un momento dado empezó a decirme “Están desaparecidos, pero casi seguro, secuestrados, no te podemos dar la seguridad, pero estamos casi seguros de que es así”, decía por distintos motivos, por ejemplo, que había cuerpos que no los habían identificado todavía pero que mis hijos son más grandotes, y yo veía que él estaba casi seguro, yo lo sentía, y a parte desde el primer momento yo todo el tiempo dije que mis hijos están con vida.

Manu: ¿Lo sentís?

Ruty: Si, si, todo el tiempo.

Manu: Cómo cambió tu vida desde ese momento?

Ruty: Antes de que me avisen de que están con vida, yo todo el tiempo le decía a Azaria, “Azaria, yo estoy esperando que vos vengas a decirme que están secuestrados, pero en el momento que vos me digas que están secuestrados, yo no me voy a conformar ahí, yo quiero que me los traigas también”. Fue una tranquilidad saber que están vivos, pero los quiero tener ya conmigo, ya es mucho tiempo.

En un momento pensé que quería preparar, hacer algo con unas remeras de ellos todavía de la tnuá, y un día lo pensé, y dije “pero si yo lo pienso lo tengo que hacer porque yo lo quiero tener listo cuando los vaya a recibir”, y está listo, está listo ahí, ya lo hice, lo cosí yo.

Manu: ¿Qué es?

Ruty: Primero empecé solo con las remeras, pero vi que necesitaba algo que lo sostenga entonces de un lado está la bandera de Israel, y del otro lado hay una remera del Sholem Aleijem, del Beit Sefer, una remera de Eitan de Nofesh, una remera de Yao de Nofesh, una remera de Eitan del gan y abajo Hapoel Beer Sheva. Entonces le dije a Azaria “Está todo listo, está todo preparado” y hace unos días lo puse acá, porque lo tenía en la pieza y dije “no no no, lo tengo que tener más cerca de la puerta”. Yo estoy esperando que los traigan, yo estoy segura de que los voy a volver a ver, pero es muy difícil, muy duro, muy duro.

Manu: Pero sos optimista!

Ruty: Todo el tiempo, me mantiene a mí y sé que mantengo a mucha gente así, pero principalmente lo hago por mí y por mis hijos. Amos también me dice “ya con tu optimismo me estás también llenando a mí”, pero amigos de mis hijos que me dicen que gracias a como yo hablo con ellos los ayudo a estar fuertes.

Manu: ¿Y cómo es tu rutina ahora?

Ruthy: Estoy acá en casa, salgo a caminar, viene gente, cuando viene gente estoy bien, cuando la gente se va también estoy bien; y bueno después cuando ya vuelve Bernardo, que Bernardo sigue trabajando normalmente, es mejor para él, para mí, para los dos, cuando él vuelve ya estoy con él, pero sino, tranquila.

Manu: ¿Qué sentís de la sociedad israelí en esta época?

Ruty: Yo siempre lo digo, también cuando hablé acá les dije, que gracias a todos ustedes nosotros recibimos el amor, el apoyo, el cariño y todo lo que tenemos que recibir. Desde un principio lo estoy diciendo, porque es lo que siento.

Manu: Ruty, la última pregunta, ¿qué mensaje le querrías transmitir a la comunidad latina en Israel, qué palabras, ¿qué te gustaría que hagamos?

Ruthy: No sé, yo no soy de pedir que hacer, pero sé que están haciendo, sé que hacen y de alguna o de otra manera a mí me llega, y que estén ahí para nosotros y que sigan recordando. Y fundamentalmente que pronto, cuanto antes mis hijos Yao, Eitu y todos los demás vuelvan a nosotros.

Manu: Muchas gracias, Amen ve Amen!.

Quiero terminar diciendo que conocía a Ruty de muchísimas charlas con Dalia en estos casi 20 años pero nunca me imagié una persona con tanto coraje y valentía. Su optimismo y su calidad de mujer son tan grandes que cuando salí de su casa pensé en la muy conocida frase judía e israelí "vine a darle fuerza y salí fortalecido".

Ruty, estamos contigo, estamos rezando porque todos nuestros secuestrados regresen, recordándole a nuestros líderes todo el tiempo que es su obligación devolverlos a casa y esperando por ir a entrevistar nuevamente a Ruty cuando Yao y Eitu estén sentados a su lado.

AM ISRAEL JAI

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