Hace muchos años, mi querido Medellín vivió una situación muy difícil. Era algo de vida o muerte. Era la época de Pablo Escobar. La mafia estaba en su esplendor. Todo era inseguro y reinaba el miedo. Las bombas estallaban por doquier. No había hora señalada. Para los narcotraficantes cualquier hora era buena para matar, para cobrar cuentas. Los sicarios andaban en motos disparando al mejor postor. Parecía una película de terror, cuyos protagonistas se asemejaban a personajes como Bonnie and Clyde o a don Corleone.
Era una situación terrible. Mucha gente abandonó a Medellín, esa hermosa ciudad enclavada entre las montañas del Valle de Aburrá, como se le conoce a esta region llena de verde.
También se usaba mucho el secuestro, que parecía una alianza entre la guerrilla y el narcotráfico. Esa guerrilla que parecía tener una ideología clara, pero que en últimas se vendió a estos grupos y terminaron aliándose dos mafias creando un estado de terror.
Yo vivía en Bogotá y mis amigas me decían, cómo se te ocurre viajar a Medellín que es tan peligroso. Y mi respuesta siempre era la misma: allá viven mis padres y tengo que ir a verlos. Es así como
nunca rompí el vínculo con esa tierra de emprendedores donde nací.
Mirándolo en perspectiva, pienso que me pudo haber matado una bomba, como le pasó a tanta gente inocente, pero no había tiempo para el miedo.
Muchos años después, cuando la serie Griselda recorre el mundo de las pantallas, recordamos ese Medellín de Pablo Escobar que cambió por un Medellín de Juanes, Héctor Abad Faciolince, una Colombia de Shakira, Carlos Vives, el Premio Nobel García Márquez y tantos otros nombres de escritores, deportistas y otras figuras sobresalientes que se me escapan en este momento. Medellín y Cali eran de las ciudades más peligrosas, pero esta situación se extendió a toda Colombia y teníamos muy mala imagen a nivel internacional. Nadie quería viajar a esa hermosa tierra de orquídeas, café y hermosos paisajes.
Hoy Medellín es una ciudad hermosa que alberga un turismo muy especial. Se convirtió en una ciudad de sueños, en un sitio donde los turistas quieren llegar a disfrutar de los bellos parajes, donde van a “puebliar”, porque además los restaurantes de los pueblos se han convertido en centros gastronómicos, donde abundan los platos típicos criollos al estilo fusión. Se come delicioso, dondeantes sólo había comida de carretera. Es una delicia para deleitar el paladar. Las artesanías son hermosas y se ha convertido en un destino ideal para celebrar bodas en sitios rodeados de naturaleza (tevá), en fin es una ciudad que ha logrado recuperarse. Alguna vez hice una entrevista a un grupo que se llamaba Shalom y de encargaba de la rehabilitación de drogadictos, como consecuencia de esa sociedad en decadencia. Algunos de ellos, viajaron a Israel en un plan de ayuda y recuperación y fue así como lograron restablecerse como miembros dignos de una sociedad.
Recordando el ruido de esas bombas, revivo esas épocas de tristeza y angustia en este Israel que ha sacado agua del desierto, que convirtió esta región árida, en un jardín verde, en bosques, que ha hecho milagros donde no había recursos.
Fuimos atacados a mansalva y esto ha creado una situación de crisis, una guerra que podía haber sido innecesaria, pero había que demostrarle a este grupo terrorista que Israel es fuerte, que Israel si puede. El mundo ha tildado a Israel de ser un estado genocida y no entienden que es un estado que defiende a sus ciudadanos y que toma venganza cuando suceden hechos tan macabros como los del 7 de octubre. No han podido entender por qué Israel responde tan agresivamente. Es en defensa propia, porque no va a permitir que una masacre como esta se repita. Cuando el HOLOCAUSTO, la gente calló y los judíos fueron como ovejas al matadero, pero esas épocas quedaron atrás. Suena duro, pero más duro suenan esos misiles que lanzan a diestra y siniestra contra civiles. No atacan sólo al ejército, sino a la población en general. Ha sido una época muy difícil y va a costar superarla. La economía se altera, pues la mayoría de la fuerza trabajadora del país está en el ejército poniendo el pellejo. Algunas mamás trabajadoras han tenido que dedicarse a sus hijos traumatizados por estos horrores de la guerra. La sociedad se ha transformado para responder a estos ataques. El
turismo ha decrecido, pues quién quiere visitar un país en guerra? La mayoría de la gente que habitaba en los kibutzim atacados y en zonas cercanas que ofrecen peligro, han sido evacuadas y no han podido volver a sus casas. Están en hoteles, pero sin el placer de ese tiempo de descanso que dan las vacaciones. Para nosotros como nuevos inmigrantes ha sido duro acostumbrarse a vivir en un país en guerra.
Pero a veces la historia se repite, se oyen aviones sobrevolando el espacio aéreo israelí, explosiones del kipat barcel (cúpula de hierro) cuando se interceptan esos malditos misiles, en fin ruidos de guerra. Siento que se repite esa historia que viví en Medellín, pero así como se acabó y renació esa hermosa ciudad, gracias a la gente pujante de la región y a que el gobierno tomó las riendas para acabar con el narcotrafico, también va a llegar el momento de reconstruir este hermoso país de leche y miel, devolviéndole a la gente la confianza en el
país, debilitando a ese grupo terrorista que quiere acabar con el pueblo judío. Pero sólo hay una verdad. No lo van a lograr.
Marlene Manevich

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