Hay una pregunta que casi nadie se hace, a no ser que el nombre con el que lo hayan bautizado sea muy feo o lo haga quedar mal ante su entorno familiar y social. Eso se puede solucionar en una notaría. La pregunta es: me gusta mi nombre? Por lo general lo asumimos con dignidad y valentía, pues sabemos que lo llevaremos a cuestas toda la vida. Incluso después de muertos es el nombre que se lee en el epitafio en la tumba, así que más vale que nos guste.
Me bautizaron con el sonoro nombre de Marlene. Y digo sonoro porque es un nombre francés y en ese romántico idioma suena más especial. Mi papá fue a hacer una especialización en ingeniería química en Basilea Suiza y tanto él como mi mamá hablaban muy bien el idioma de la Piaf, de Charles Aznavour, George Moustaki y otros cantantes, así que seguramente eso influyó para que me pusieran ese nombre que he llevado siempre con mucho honor y sin haber pensado nunca en ir a una notaría. También se hizo popular por la Dietrich. En Colombia es un nombre muy común, no tan elegante como seguro lo pensaron mis padres. Se escucha más como Marleny que a mis oídos no suena tan elegante, aunque debe haber muchas Marlenys orgullosas, como yo, de su nombre.
Llegué a Israel sabiendo que no es un nombre muy común. Pero hay un cantante israelí, Zohar Argov, que hizo famoso este nombre con una canción que se llama Marlene shelí (Mi Marlene) dedicada a su amada. Adonde llego y me preguntan mi nombre, me dicen Marlene shelí. Y también me sucede mucho que me cantan la canción. Es muy lindo oír la tonada y lo más lindo es que la cantan bien entonados. Me la canta mi amigo de la carnicería, en varios almacenes que he ido, de ropa, de zapatos, en oficinas y hasta en centros médicos y también algunas de mis amistades. Todos se saben la canción y cuando me la dedican, siento que tengo un lindo nombre que suena muy bien.